La mayoría de las mujeres en alguna ocasión a lo largo de nuestra vida hemos presentado coágulos en el sangrado menstrual. Esto suele suceder particularmente al despertar, porque en la noche, mientras dormimos, y la posición horizontal no permite el libre flujo del sangrado hacia la vagina, se forman los coágulos al interior de nuestro cuerpo y al levantarnos, salen.
Por regla general esto en sí, no es preocupante ni alarmante, pero en algunos casos es importante consultar al médico.
La sangre humana tiene la facultad de coagularse como una defensa de nuestro organismo que impide que perdamos mucha, si nos hiciéramos una herida y para poder sanarla. Ante esto, durante la menstruación el útero produce un anticoagulante denominado plasmina, cuya función es impedir que la sangre se coagule y fluya al exterior, por la vagina, produciéndose el sangrado menstrual.
En algunos casos, cuando la menstruación es muy abundante, la plasmina que produce el útero no es suficiente para la cantidad de sangre que se desprende del interior del útero, de modo que se forman los coágulos.
Cuando los coágulos no son frecuentes ni mayores a una moneda de cinco pesos, generalmente no hay de qué preocuparte. Pero cuando además de ser mayores que tres centímetros de diámetro, están acompañados de dolor o menstruación muy abundante, es decir, necesidad de cambiar la toalla cada hora, durante varias horas, o dura más de siete días, puede ser signo de otro problema de salud que es imperativo atender.
Algunas posibles causas de los coágulos en la menstruación son:
Endometriosis: cuando el endometrio se desarrolla fuera del útero, por ejemplo, en las trompas de Falopio, causando menstruaciones abundantes, dolorosas y coágulos.
Perimenopausia: al acercarnos a la menopausia y el fin de nuestra vida fértil algunas mujeres tenemos desbalances hormonales o periodos en los que no sucede la ovulación, lo que puede provocar menstruaciones abundantes con coágulos.
Anemia por déficit de hierro: ante una deficiencia de hierro en el organismo se dificulta la producción de plasmina, el anticoagulante natural que produce el útero para facilitar la fluidez del sangrado menstrual, lo que causa coágulos.
En ocasiones, la anemia puede ser consecuencia de una menstruación abundante, por lo que hay que estar alerta a otros síntomas como fatiga, mareos, piel pálida, dificultad para respirar, manos y pies muy fríos.
Desequilibrios hormonales: de igual forma que en la perimenopausia, durante la adolescencia o después de dar a luz, algunas mujeres presentan desequilibrios entre los estrógenos y la progesterona, provocando los coágulos.
Miomas y pólipos: estos tumores benignos del útero generalmente van acompañados por sangrados menstruales abundantes con desprendimiento de coágulos.
Aborto espontáneo: un aborto espontáneo, cuando la mujer aún no sabe que está embarazada, puede ser confundido con un sangrado menstrual abundante acompañado de coágulos.
Enfermedad inflamatoria pélvica: esta infección en los órganos sexuales puede causar menstruaciones muy dolorosas y con coágulos.
Otras patologías como los problemas de tiroides, algunas enfermedades del hígado o los riñones, o alteraciones en la sangre también pueden causar coágulos en el sangrado menstrual.
Como decíamos anteriormente, coágulos pequeños y poco frecuentes no son signo de ningún problema de salud, pero si identificas tu situación con lo anterior, o si tienes inquietudes al respecto, siempre es recomendable buscar ayuda médica.